Cuarenta años después de aprobada la Constitución, que ha regido desde entonces la vida de nuestra sociedad, parece que ha llegado el momento de poner fin a esta anomalía histórica emanada del golpe de Estado de 1936.
Es evidente, que los escándalos de todo orden, que han salpicado a la Casa Real, han contribuido a acrecentar la desafección entre la ciudada- nía, hacia la persona del rey y su familia.
La profunda crisis que vive hoy nuestro país –no solo económica, sino también política y moral-, recuerda, salvando las distancias temporales que nos separan de aquel periodo histórico, la vivida en las postrimerías de la dictadura de Primo de Rivera, que desembocó en el advenimiento de la II República.
Ha llegado el momento en que decidamos en plena libertad el régimen que deseamos. Por ello, pedimos la convocatoria de un referéndum, en el que se tenga la posibilidad de elegir libremente entre Monarquía o República.
Obviamente, entre las tareas primordiales del futuro nuevo régimen republicano, figurará el objetivo de apostar por la igualdad social. También la consecución de un moderno Estado de Bienestar, asentado en una fiscalidad progresiva más justa, cuyas conquistas sociales, hagan pasar a la historia las hasta ahora conseguidas.
Tenemos claro que la futura III República, no es una quimera, no es una utopía. Es una urgente necesidad de regeneración democrática. Y puede ser una realidad, si todos nos unimos y luchamos juntos por conseguirlo. Sin olvidar las experiencias republicanas del pasado, la III República ha de mirar hacia el futuro.
Y lo ha de hacer, sin cerrar la puerta a cualquier propuesta organizativa que pueda aportarse desde los cuatro puntos cardinales de la Península Ibérica, con el fin de conseguir el encaje real de todos los pueblos de las españas, pero también con la puerta abierta a la confederación con Portugal y Andorra, y la desafección de la última colonia europea, para constituir un nuevo modelo basado en el respeto y superador de la historia que obligó a separarnos.
Sabemos por nuestros antepasados y somos conscientes ahora, que todos los poderes del nuevo estado han de emanar de la voluntad libre y soberana de la ciudadanía y, es esta razón y no otra, la que nos mueve a situarnos de lado de la consecución de una tercera República.
Una República, que garantice la igualdad ante la ley, proteja la dignidad humana, asegure la separación de poderes, fomente la democracia participativa y respete los valores fundamentales recogidos en la Declaración Universal de las Naciones Unidas de 1948, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966, el Pacto Internacional de Derechos Económicos y Sociales de 1977, los Tratados de la Unión Europea y la Carta de la Tierra aprobada en el Fórum Mundial de Río de Janeiro de 1992.
No tenemos ninguna duda. Nos sentimos hermanos al resto de pueblos y naciones, buscamos la fraternidad, amistad y respeto entre todos ellos y con la fuerza de nuestra sincera voluntad, ofrecemos la plena cooperación en el desarrollo y garantía de los derechos fundamentales, y de las libertades para todos los pueblos y para todo el mundo, porque sabemos que sólo de esta manera, llegará el día en que se pueda proclamar que vivimos en un Planeta en el que la igualdad, la fraternidad i la solidaridad, son moneda normal.
Villar de la LIbertad, 14 de abril de 2018